martes, 28 de enero de 2014

El Coro de la Catedral

El Coro de la Catedral

       La sillería del coro de la Catedral se ejecutó a lo largo del siglo XVI, añadiéndose algunos elementos en el siglo XVIII. Por su similitud con la de la Catedral de Burgos, podría pensarse en el escultor Felipe Bigarny como autor de su traza. En ella trabajaron
en sus inicios Gutierre Gierero, Juan López de Velasco y Jerónimo Quijano y más tarde, en la época barroca, lo hicieron Julio Fernández y Miguel Arias.

       Sus relieves decorativos muestran imágenes de santos y escenas bíblicas del Antiguo y del Nuevo Testamento, es decir, escenas de la historia del pueblo judío.

       A lo largo de la historia, el arte ha creado un estereotipo del aspecto físico que tendría un judío para ayudar fácilmente a su identificación: rostros con nariz aguileña, mentón pronunciado y, en numerosas ocasiones, rostros de semblante feo y desagradable, para que el espectador los asociara rápidamente con  algo casi maligno que había que rechazar. Muchas de las representaciones de judíos que aparecen en la sillería de la catedral participan de estos estereotipos.

       Pero más allá de estas “estampas de judíos” predeterminadas, el coro de Jaén nos muestra  cómo eran sus vestimentas, no en la Palestina de Jesús, sino en el Jaén de principios del siglo XVI cuando se hicieron las sillas corales. Y nos enseñan también los sambenitos de los condenados por la Inquisición y  las características rodelas que los judíos estuvieron obligados a llevar, impuestas por leyes reales y normas de la Iglesia desde época medieval. Las rodelas eran pequeños trozos de tela de forma circular, de color rojo o amarillo, que se colocaban en el hombro, sobre el vestido o sobre la capa, como una marca o distintivo de su condición de judíos.   

       Especialmente interesantes resultan los relieves que narran las escenas del Nuevo Testamento. Así, en las escenas de la Circuncisión y la Presentación de Jesús en el Templo, el rabino que oficia la ceremonia porta en su cabeza una mitra de obispo, “error” intencionado para indicar de forma didáctica al espectador cristiano su condición de máxima autoridad espiritual, aun cuando  se tratase de otra religión.

        La escena de Jesús expulsando a los mercaderes del Templo es, sin duda, una de las más interesantes, pues nos muestra al mismo tiempo un personaje que porta el sambenito y otro que lleva la rodela. Igualmente, en la escena de Judas cogiendo el dinero por el que ha traicionado a Jesús y en la tabla nº 44 del Antiguo Testamento, otros dos personajes llevan sobre sus capas la rodela.

       Las tablas que desarrollan la Pasión de Cristo, cambian en numerosas ocasiones a los soldados romanos por figuras de judíos: la flagelación, poniéndole la corona de espinas, escupiéndole y abofeteándole, presentándolo al pueblo para que eligiera entre Él y Barrabás, en el episodio de Pilatos lavándose las manos, en el via-crucis, crucificándolo y sorteándose la túnica y hasta el mismísimo soldado que le dio la lanzada se transforma en un auténtico sefardí.


       Finalmente, la tabla nº 68 del Antiguo Testamento muestra al Gran Rabino (nuevamente con mitra de Papa) en el interior del Templo de Jerusalén, junto a la Menorah o candelabro de siete brazos, símbolo bíblico por excelencia del judaísmo. 


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