El Coro de la Catedral
La sillería del coro de la Catedral se ejecutó a lo largo del siglo XVI,
añadiéndose algunos elementos en el siglo XVIII. Por su similitud con la de la
Catedral de Burgos, podría pensarse en el escultor Felipe Bigarny como autor de
su traza. En ella trabajaron
en sus inicios Gutierre Gierero, Juan
López de Velasco y Jerónimo Quijano y más tarde, en la época barroca, lo
hicieron Julio Fernández y Miguel Arias.
Sus relieves decorativos muestran imágenes de santos y escenas bíblicas
del Antiguo y del Nuevo Testamento, es decir, escenas de la historia del pueblo
judío.
A lo largo de la historia, el arte ha creado un estereotipo del aspecto
físico que tendría un judío para ayudar fácilmente a su identificación: rostros
con nariz aguileña, mentón pronunciado y, en numerosas ocasiones, rostros de
semblante feo y desagradable, para que el espectador los asociara rápidamente
con algo casi maligno que había que
rechazar. Muchas de las representaciones de judíos que aparecen en la sillería
de la catedral participan de estos estereotipos.
Pero más allá de estas “estampas de judíos” predeterminadas, el coro de
Jaén nos muestra cómo eran sus
vestimentas, no en la Palestina de Jesús, sino en el Jaén de principios del
siglo XVI cuando se hicieron las sillas corales. Y nos enseñan también los
sambenitos de los condenados por la Inquisición y las características rodelas que los judíos
estuvieron obligados a llevar, impuestas por leyes reales y normas de la
Iglesia desde época medieval. Las rodelas eran pequeños trozos de tela de forma
circular, de color rojo o amarillo, que se colocaban en el hombro, sobre el
vestido o sobre la capa, como una marca o distintivo de su condición de
judíos.
Especialmente interesantes resultan los relieves que narran las escenas
del Nuevo Testamento. Así, en las escenas de la Circuncisión y la Presentación
de Jesús en el Templo, el rabino que oficia la ceremonia porta en su cabeza una
mitra de obispo, “error” intencionado para indicar de forma didáctica al
espectador cristiano su condición de máxima autoridad espiritual, aun
cuando se tratase de otra religión.
La escena de Jesús expulsando a
los mercaderes del Templo es, sin duda, una de las más interesantes, pues nos
muestra al mismo tiempo un personaje que porta el sambenito y otro que lleva la
rodela. Igualmente, en la escena de Judas cogiendo el dinero por el que ha
traicionado a Jesús y en la tabla nº 44 del Antiguo Testamento, otros dos
personajes llevan sobre sus capas la rodela.
Las tablas que desarrollan la Pasión de Cristo, cambian en numerosas
ocasiones a los soldados romanos por figuras de judíos: la flagelación,
poniéndole la corona de espinas, escupiéndole y abofeteándole, presentándolo al
pueblo para que eligiera entre Él y Barrabás, en el episodio de Pilatos
lavándose las manos, en el via-crucis, crucificándolo y sorteándose la túnica y
hasta el mismísimo soldado que le dio la lanzada se transforma en un auténtico
sefardí.
Finalmente, la tabla nº 68 del Antiguo Testamento muestra al Gran Rabino
(nuevamente con mitra de Papa) en el interior del Templo de Jerusalén, junto a
la Menorah o candelabro de siete brazos, símbolo bíblico por excelencia del
judaísmo.
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