La Inquisición europea se fundó en el año 1220 por el Papa Honorio III
pero sus inicios no fueron tan severos como en épocas posteriores. En la España
medieval, los Reyes Católicos dieron un fuerte impulso a esta institución
modificando algunas cuestiones como el hecho de que a partir de entonces
serían los propios reyes quienes
designaran y expulsaran a los inquisidores y también serían los propios
monarcas quienes tendrían el control económico del Santo Oficio. En el año 1481
fundaron el primer Tribunal en Sevilla, al año siguiente lo hicieron en Córdoba
y en 1483 lo establecieron en Jaén y Ciudad Real. Este importante dato
histórico demuestra el elevado número de población judeoconversa que tuvo que
haber en Jaén para determinar su creación aquí antes que en muchas otras
localidades españolas.
Al parecer, los primeros inquisidores se alojaban en una casa que el
Condestable Iranzo poseía dentro de la misma judería. El Tribunal de la
Inquisición se ubicó en el Convento de Santa Catalina Mártir (dominicos. Hoy,
Archivo Histórico Provincial) donde permaneció hasta el año de 1526.
Los Edictos de Fe se leían en la antigua Catedral gótica y los Autos de
Fe comenzaron haciéndose en la misma judería, en la Plazuela de Santa Cruz, y
posteriormente se celebraron en la Plaza de Santa María. Los sambenitos, o
sacos penitenciales que los condenados estaban obligados a llevar, tras haber
cumplido la condena se colgaban en la Catedral, junto a la antigua “Puerta del
Caballico”, para su exposición pública y permanente, de modo que el reo y su
familia quedaban así señalados para toda la vida. Los condenados a prisión,
cumplirían su pena en la cárcel que se situaba al inicio de la actual calle
Campanas, esquina con la Plaza de San Francisco y para los condenados a la
hoguera, el brasero se situó en un lugar denominado Marrubial o Marrubiales,
a las afueras de la ciudad pero en sitio aún no identificado.
La Diócesis de Jaén contó durante la Edad Media con dos grandes obispos
que ostentaron el cargo de Inquisidores Generales. El primero fue don Diego
Deza, hombre de confianza de los Reyes Católicos y tutor de su hijo, el
Príncipe Juan. Gran defensor de la aventura de Colón en América, influyó mucho
en la Reina Isabel para que le apoyara en su viaje. Este obispo dirigió la
diócesis giennense desde 1497 hasta
1500, fecha en que fue trasladado a Sevilla, donde murió y está enterrado.
El otro gran Inquisidor fue su sucesor, don Alonso Suárez de la Fuente
del Sauz, quien consiguió impedir durante su episcopado el traslado del
Tribunal de Jaén a Granada. Ocupó la cátedra de Jaén desde 1500 hasta 1520.
Este obispo está enterrado en la Capilla Mayor o del Santo Rostro de la
Catedral.
En 1526, Jaén pasó a depender del
Tribunal de Córdoba y al poco ya la propia Inquisición se lamentaba de la falta
de documentación del tribunal de Jaén, seguramente perdida en los traslados. En
los siglos XVI y XVII la Inquisión buscaba en la ciudad de Jaén una casa
particular en la que los judeoconversos se reunían clandestinamente para hacer
sus rezos y aun en 1745 se procesó al médico de Jaén Manuel de Acuña, acusado de ser criptojudío.
En 1780, otro Inquisidor General, Agustín Rubín de Ceballos, se
estableció como obispo de Jaén, hasta el año 1793 en que murió. Este prelado está enterrado en
la Catedral de Jaén, en la Capilla de San Eufrasio de quien era muy devoto y cuyo
retablo costeó.